jueves, 22 de septiembre de 2011

Amor colectivo



Me gusta ir con la frente apoyada en el vidrio, expirando aliento que dibuja vapor. Entonces juego a trazar alguna cosa con el dedo. Todavía falta mucho para llegar y de pronto me rozas la pierna porque bruscamente te sentaste. Me pedís disculpas y yo te pido que no te preocupes.
De algún modo se que lo hiciste a propósito.
Vuelve mi frente contra el vidrio, pero cada tanto te miro de reojos. Te haces la distraída. Primero me tocas y después te haces la indiferente. Entiendo que puede ser la paranoia. Tantas veces te habrán dicho que no hables con extraños. Pero yo no soy un extraño. Si seguro sabes que me subo en Laprida y me bajo en las cuatro plazas. El otro día te escuché hablando de mí, (no se bien que le decías a tu amiga pero ví en el reflejo del vidrio que algo le murmurabas y cada tanto me mirabas). Claramente estabas hablando de mí. Se que estudias psicología, una vez te escuché hablar por teléfono con alguien sobre un trabajo práctico. Admito que al principio me puse un poco celoso, pensé que era tu novio. Por eso fingí un llamado de una chica, como para devolverte los celos. No se si te acordás de esa tarde, llovía bastante. No creas que te quiero joder si me bajo en la misma parada que vos; es que me preocupa que andes sola por la calle y aunque todavía nunca me pediste que te acompañe, por lo menos te puedo mirar desde la esquina. Viste que el barrio de noche está bastante feo, o eso dicen en la tele. Mirá que a mí no me cuesta nada acompañarte, total, después me vuelvo caminando a casa, me gusta caminar esas treinta y tres cuadras pensando que hice bien en cuidarte. 
No se si es que no quise bajarme con vos, pero me molestó un poco que me buscaras tocándome la pierna (según vos fue sin querer) y cuando intenté sorprenderte con un beso me insultaste a los gritos de arriba abajo, delante de todos y me pegaste una cachetada. Como si no supieras quien soy.   






j.R