martes, 17 de marzo de 2009

LA EDUCACIÓN DE LA SOLEDAD

Estoy cansado de que me cagues. Cansado estoy. No puedo estar todo el día atrás tuyo, simplemente no puedo. Ya se, te vas a quedar callada como siempre, y con esa cara de tierna inocente vas a venir cuando menos lo espere, y vas a apoyar tu cara sobre la mía, me vas a dar un beso y vas a creer que ya te perdoné.

A veces no entiendo como tus aguas de la comprensión se filtran en las de la injusticia. Yo que te elegí, y vos sabiendo que en el fondo a pesar de todo te amo, y te alimento a cada segundo.

El otro día estabas triste, me di cuenta. Yo se que de vez en cuando te gusta salir, pasear por ahí, pero viste como tengo la pierna, el médico me dijo que todavía no es bueno salir. Sabes que cuando René me va a cobrar la jubilación, le pido que compre algo para retribuirte con algún regalito. Yo entiendo, uno no elije a los padres, pero sos lo único que tengo. ¿Que objetivos puede tener un viejito de setenta y cinco años….?

Sos lo único que tengo, lo único que me queda. El otro día cuando enterramos a mama sentí que ya no quería seguir viviendo. Ella era tan buena. Nos faltaba tan poquito para las bodas de oro. Me acuerdo y me pongo así. Pero después me recompongo porque te tengo a vos, porque educarte me hace recordar a mis años mozos de buen padre. Ya me voy a poner bien y te voy a llevar a pasear por la plaza.

A pesar de lo que digan, yo se que vos me escuchas atentamente cuando te hablo, que entendés perfectamente lo que digo. Entonces te pido que no cagues más en la cocina. Ya te enseñe a hacerlo en el diario viejo que puse al lado de tu canastita.

Aunque seas cachorrita, tenés que dormir en tu camita y hacer caquita en tu bañito.




J.R

1 comentario:

Nhorma Longoria dijo...

Por un momento me sentí sumamente reflejada ¡ja! Me gustan mucho las historias que dan indicios de algo y terminan siendo otra cosa muy distinta de la inicial... Gracias por escribir.