lunes, 21 de julio de 2008

La separación de mis padres



          Hace aproximadamente un año, mis viejos compraron esta casa -desde donde les estoy escribiendo- antigua, de estilo chorizo, como las casas romanas o pompeyanas. Como si fueran dos casas, o una dividida en dos. Tiene una entrada lateral por el zaguán con puerta cancel, que lleva al jardín conectado a habitaciones de gran altura. Despintada, desarreglada en los pisos y paredes, aberturas y algunos detalles más. Descuidada en su fachada. En el transcurso del año la fueron arreglando poco a poco. Primero fueron los pisos, el jardín, la pintura y luego algunas otras reformas en la estructura de los techos. Lo que definitivamente no estaba en los planes era algún tipo de reforma en la estructura interna de la casa.
        Como es costumbre, los vendedores que trabajan para las inmobiliarias son muy sinceros, justos y sobre todo, astutos. Recuerdo con exactitud las palabras de mi querido amigo vendedor de casas. “El sistema eléctrico esta bárbaro, las cañerías se pensaron para que duren toda la vida”. Pensando. Lo ingenieros y arquitectos de esta casa seguramente habrán sido también filósofos. Seguramente en el manual de ventas habrá alguna sección vinculada con la obstaculación de la conciencia, donde les enseñan a ocultarla, todo sea por vender. No interesan los medios. Fin, fin, fin. Total, si la casa se desmorona en un día, los papeles ya están firmados, el vendedor ya tiene su comisión y el dueño su pasaje a las Bahamas para él y su hermosísima y joven amante, “amor, tengo que viajar por trabajo”.       Mi desesperación se hace cada vez mas grave, mis ojos lagrimean por la intensidad del dolor que comienza a conquistar desde mi pelo hasta la punta de mis pies.
         Todo estaba tranquilo. Nublado el cielo aparentaba aclararse después de las gotas que había derramado esa tarde de viernes. Como si el cielo y el sol después de discutir fuertemente por la propiedad del atardecer, quisieran reconciliarse. Debussy adornaba el paisaje con su Claro de luna. Me senté en el piano, ante el gran ventanal hacia el jardín que me inspira constantemente. Estaba escribiendo una canción. En el descanso (el recreo obligatorio que consiste en prender un cigarrillo para apreciar mas relajado lo que acabo de crear) noté que el gran cenicero que uso estaba totalmente lleno de colillas. Demasiado lleno. Vacié el cenicero en la rejilla del jardín por pereza, ya que no había ningún tacho cerca. A los pocos minutos, escuché gritos como voces rabiosas que venian desde el fondo de la casa donde esta la habitación de mamá. Rápidamente decidí correr hacia allá, como un loco consciente, como un consciente que se vuelve loco para sacar fuerzas extraordinarias y correr más rápido que el viento. Cuando cruzaba la puerta de la habitación los gritos se apaciguaron repentinamente para convertirse en llanto desolador. Los gemidos venían desde el baño que esta dentro del dormitorio. Dirigiéndome hacia allí, vi que la puerta del baño estaba abierta, la luz fuerte que se hacia tenue hasta desaparecer saliendo por la puerta que divide la habitación y el baño, mi madre allí parada, con el pelo mojado, saciada en lagrimas. Al verme llegar, desesperó en sus lamentos

-Las cañerías están tapadas-dijo desmesuradamente, temiéndole a la muerte-
-Tranquila, tal vez se tapo por la lluvia –me hice el boludo-
-No -desesperó aun más- están tapadas porque las cañerías son viejas y de mala calidad, me dijo el plomero que vino hace meses a pasarme el presupuesto para ponerme la canilla en el jardín para regar las plantas.

En ese momento, mi papa volviendo del trabajo, entra y sorprendido le pregunta a mi mama por que esta llorando (no tan sorprendido, siempre llora por cualquier cosa). Ella enloquece aun más.

-Me quiero morir, se taparon las cañerías para siempre.

Mi papa obviamente queriendo apaciguar los ánimos, busca tranquilizarla.

-Tranquila, voy a llamar al plomero para que venga y arregle todo.
- ¿No te dije recién? –Mi madre en su papel de esposa- Se taparon para siempre. La última vez que llamaste al plomero para que me ponga la canilla en el jardín para regar las plantas fue hace seis meses y todavía no vino. No sabes nada, y esto es tu culpa, te dije que la casa estaba hecha mierda, y vos la quisiste comprar igual.

-No puede ser, ahora la culpa es mía –reaccionó mi viejo-
-Si –celosamente mi madre indaga- y a todo esto, ¿Por qué llegaste a esta hora del trabajo?
- No cambies de tema ahora. Acá pasa algo y siempre es mi culpa. No te aguanto más.
- No te hagas la victima carajo. Te andas haciendo el loco con la puta esa que tenés de secretaria.
- ¡Basta! No la metas en esto a Rita, trabaja todo el día.
-Si, me imagino como trabaja pobrecita.
- ¡Me cansaste! Me voy a la mierda. No te soporto más. Ya ni quiero volver del trabajo para no verte la cara.
- Claro, así te quedas en la oficina mientras esa hija de puta te prepara el cafecito.
- Te dije que no la metas a Rita en esto.
- No la defiendas más, yo soy tu mujer.
- Solamente en los papeles, porque ya hace tiempo que dejaste de serlo.¡Me voy!
- Sos igual que tu padre. ¡Un borracho mujeriego! Andate donde quieras, yo también me voy a ir a la mierda.

Mi viejo hizo el bolso y se fue de mi abuela. Mientras cargaba sus cosas en el auto mi mama no podía parar de gritarle barbaridades.

-¡Sos un hijo de puta! Me engañas con tu secretaria, y encima me dejas en esta casa de mierda con todas las cañerías rotas, sin poder bañarme, ni cagar, ni nada.
- Basta Silvia, ¡sos una loca! (los vecinos, mientras tantos, disfrutaban del show en sus veredas con sus sillas de playa y sus mates)

        Mis viejos se separaron. Yo no puedo más. No aguanto más. El dolor se hace mucho más fuerte, tengo miedo de explotar. Es que hace rato que me estoy cagando encima y las cañerías tapadas para siempre. Me parece que le voy a pedir al vecino que me preste el baño, me debe una, después del espectáculo que le regalé anoche no le va a costar nada prestarme su inodoro. Pero no creo que me lo preste, a ver si todavía le tapo las cañerías.
      Ya cagué del vecino y también me compré un tacho de basuras para poner al lado del piano.

       Hace unos meses que mi viejo vive en la casa de mi abuela, dice que las cosas están mejor así, que su matrimonio fracasó (evidentemente) y que quiere comenzar una nueva vida. Esta saliendo con Rita.
      Mi vieja hace algunas semanas que decidió irse a la casa de mi otra abuela. Dice que esta casa le recuerda a su horrible y fracasado matrimonio (evidentemente), y que quiere comenzar una nueva vida. Esta saliendo con un plomero.

     Yo me quede solo en casa, todavía disfruto de las tardes de los viernes. Algunas veces elijo Bizet o Schubert, depende de cómo me levante ese día. Suelo tirarme en el verde césped a esperar que la luna y el sol vuelvan a pelearse, para que vuelvan a reconciliarse y así me regalen ese maravilloso paisaje. A veces pienso que fuimos creados para hacer de nuestra vida un ciclo. Pelearse para amigarse, fracasar para triunfar. La renovación origina al deseo, como también se parte desde el deseo para buscar la renovación. ¿Cual es el principio y cual es el final? Principio del final y final del principio. Habrá que cortar las raíces y volver a sembrar.

     Las cañerías comenzaron a destaparse solas. Y también solas se volverán a tapar. Por unas colillas o por un matrimonio fracasado, las estructuras internas de un hogar pueden desvanecerse en segundos, por más que la pintura disimule las arrugas, ya que el disimular siempre termina arrugando la estructura.



J.R